BEBER AGUA…FUENTE DE SALUD
Ya tenemos aquí la primavera, y con ella una serie de patologías que suelen acompañarla: las alergias, la astenia primaveral, los cólicos renales, picaduras de insectos varias…son algunas de las enfermedades que prevalecen en estas fechas, sumándose a los catarros y gastroenteritis que ya de por si nos persiguen durante todo el año.
El aumento y los cambios bruscos de temperatura, la floración de las plantas y la mayor actividad física al aire libre hacen que patologías como las citadas sean más prevalentes en estas fechas, con especial atención en la edad infantil, nuestros mayores, pacientes con procesos crónicos de base y deportistas.
Una muy buena medida para evitar este tipo de situaciones es la ingesta abundante de agua, el componente mayoritario del cuerpo humano, tan importante, y a veces tan olvidada. No nos damos cuenta en nuestro día a día, pero el gasto de agua por parte del organismo aumenta de forma considerable con respecto a estaciones del año previas, como consecuencia de esto y para poder establecer el equilibrio necesario y que la maquina no falle, la ingesta de líquidos ha de aumentarse para poder compensar el gasto de la misma.
La hidratación adecuada previene patologías como hipotensión/lipotimia, formación de cálculos renales, infecciones de orina, renueva los líquidos perdidos en procesos febriles y ni que decir tiene si nuestro problema consiste en una pérdida de líquidos causada por un cuadro digestivo en el que aparezcan vómitos o diarrea.
Beber agua nos ayuda en muchas situaciones; fluidifica la mucosidad y evita la sequedad de mucosas, convirtiéndose en una gran aliada nuestra en cuadros catarrales, ganando la batalla a mucolíticos y antitusivos; protege a nuestros riñones en situaciones de sudoración excesiva por ejercicio y/o calor; es parte importante de nuestra barrera natural que es la piel.
La sed es la principal señal que el cerebro nos envía para ir compensando balances negativos de agua. Si nuestra hidratación es incorrecta comenzarán a aparecer los primeros signos de deshidratación como el cansancio, dolor de cabeza, confusión leve. Una deshidratación mayor nos llevaría a cuadros mucho más graves. En situaciones extremas, y aprovecho para recordarlo de cara al verano, el déficit de líquidos puede llevar a una alteración en el sistema de termorregulación del organismo y provocar el tan temido y peligroso “golpe de calor”.
¡¡BEBER AGUA!!!, más que un consejo médico, es la clave para una vida sana, es fuente de salud.
Dra. Guadalupe Torres Rojas
Medicina Familiar y Comunitaria